El riesgo de incendio en casas de madera

 

I0ZD_Free_Home_Fire_1

 

Durante siglos, la madera ha sido considerada en comparación con otros un material de alto riesgo debido a su tendencia a consumirse fácilmente en eventos asociados con el fuego. Sin embargo, este mito carece de sustento cuando se revisa su comportamiento real en esta situación y la efectividad de los productos desarrollados para retardar su combustión.

Tras los años de experiencia recogidas en los países donde la madera ha tenido un puesto preponderante en la construcción de los proyectos de vida de sus habitantes y en distintos ámbitos son numerosas las pruebas que demuestran como éste es y ha sido uno de los materiales más seguros al contacto con el fuego, a lo largo de la historia.

Contrario a lo que se piensa y pese a ser combustible por contener carbono en su composición la madera no es precisamente el material responsable de arder y propiciar llamas una vez entra en contacto primarios con una fuente de calor de elevada temperatura; de hecho, en los episodios de incendio son materiales como las telas, fibras o revestimientos existentes en un espacio, los que contribuyen a su evolución y desarrollo.

En realidad, la madera soporta tiempos prolongados de exposición, antes de arder y mucho más largos antes de consumirse, en especial si se trata previamente con sustancias retardantes de llama. No en vano, cuando el fuego ataca estructuras en madera de grandes dimensiones, estas poseen la facultad de conservar su capacidad de carga por más tiempo si se compara con las fabricadas en acero que pierden ductilidad a los 400°C y a los 600°C, resistencia y propiedades mecánicas; o el concreto que, sometido a temperaturas de 1000°C, se dilata y en corto tiempo se desploman.

La razón para que el desempeño de las estructuras con madera pesada de espesores y dimensiones importantes en las condiciones descritas sea superior al de materiales incombustibles desprotegidos, obedece al proceso de descomposición química o pirolisis que sufre una vez comienza a arder y que origina una carbonización superficial que le sirve como barrera aislante que impide la emisión de gases y la conducción de calor al interior de la madera.

De esta manera, el material permanece protegido aun a temperaturas superiores a los 120°C, registrando dilataciones térmicas mínimas que mantienen sus propiedades mecánicas, su estabilidad y por ende neutraliza el peligro de desplome.

Se ha establecido, de hecho, que una pieza de madera en el momento de ser alcanzada por el fuego y comenzar a arder, pierde entre 0.5 y 1.0 milímetro de espesor por minuto, medida que puede variar según la tendencia a carbonizarse propia de cada madera, de acuerdo a su especie. Así por ejemplo, una columna de pino de 12 x 12 pulgadas que soporta un peso de 90 toneladas puede resistir al fuego antes de consumirse hasta 45 minutos, mientras que una de igual espesor, pero en acero, resiste máximo 15 minutos antes de deformarse.

Paralelamente, la baja conductividad térmica de la madera aporta al control de la temperatura interior del material y disminuye el riesgo de incendios de grandes magnitudes, no en vano se reconoce que luego de ocurrido un episodio de este tipo es más sencillo reparar obras construidas con madera que las levantadas en otros materiales, dado que los daños son también menores.

Implementado por COT Solutions